Día a día la naturaleza y el entorno natural es de vital importancia para los niños. Significa al entendimiento de su entorno. Se consigue potenciar la concentración y la capacidad de observación de los niños.
«Los expertos confirman los beneficios de la jardinería en los niños, y señalan que mejoran sus habilidades intelectuales y físicas».
Cuando un niño está pendiente de regar, tener cuidado con la tierra está concentrado y aprendiendo sin saberlo. Además entre los niños e ayudan a llenar la regadera con agua, a transportarla juntos… todo ello potencia las relaciones entre los pequeños la comunidad y el compañerismo.
Este «ocio» y responsabilidad compartida hace que los niños crezcan sin darse cuenta en un entorno de compañerismo y naturaleza. Que de manera innata queda en sus valores básicos para siempre. Todo ello sin conducirles, ellos solos aprenden y actúan en base a sus pequeños primeros criterios. (Por ejemplo, dejan de echar agua en una maceta cuando ven que ya está llena).
Enseñar a los niños también la importancia de los alimentos, de las lechugas y de las hortalizas. Verlo en el campo facilita su comprensión y su aceptación a la hora de verlo posteriormente en el plato.
Los pequeños están en el jardín, es su entorno de juegos habitual, pero cuando estamos preparados con el huerto, la imaginación de los niños cambia de espacio. Juegan con las plantas, con las hormigas o separan las semillas.
Ellos solos, sin ser dirigidos, entienden el medio como algo natural. ¡Y les encanta!