Existen muchas razones educativas que hacen que los juegos tradicionales sean muy importantes para nuestros hijos. La primera es que los juegos tradicionales son grupales, con lo que conseguimos fomentar el trato entre los niños, la complicidad y la diversión en grupo. La creatividad en estos juegos también tiene un aporte fundamental en el desarrollo infantil.
A través de los juegos tradicionales podemos transmitir valores tradicionales, familiares y una forma de vida más allá de la tecnología. Gracias a la gran cantidad de juegos que hay, conseguiremos desarrollar un gran número de aspectos, tanto físicos con juegos como la rayuela, como la memorización y compresión con juegos como la oca o el ajedrez y la competitividad como el parchís, el escondite o los juegos de cuerdas.
¿Cuáles son estos juegos y cómo ayudan a los niños?
Para ir preparándolos, iremos poniendo aquí algunos de los juegos tradicionales y su importancia para los pequeños.
La oca
Hay varias versiones de su origen que van desde los griegos y su asedio a Troya, a la Florencia de los Médici. En Piquio, jugaremos adaptando el juego a los más pequeños. Para ello, daremos importancia a dos aspectos, las emociones y los números.
La expresión de emociones, como la alegría por jugar o por caer en la casilla del puente, o la sorpresa cuando caes en la casilla con un dibujo. Así los niños expresan y ven expresiones en sus compañeros, fomentando la empatía por el otro.
Por otro lado, la acción de tirar el dado cobra mucha importancia. Estos primeros contactos con los números y su uso diario, el contar cada una de las casillas y repetir la acción durante el juego, fomentará la memoria de los números y sus formas.
La rayuela
La rayuela es un juego que se pierde en la historia, con versiones que datan de la época romana, donde servía tanto para el entretenimiento como para el entrenamiento militar. En Piquio, adaptamos este ancestral juego para enriquecer el aprendizaje y desarrollo de los más pequeños, centrando la experiencia en la coordinación física y la imaginación.
Al saltar de cuadro en cuadro, los niños no solo ponen a prueba su equilibrio y habilidad motora, sino que también dan rienda suelta a su imaginación, transformando el pavimento en un tablero mágico donde cada casilla es una aventura. La acción de lanzar una piedra y acertar en el cuadro deseado introduce a los niños en conceptos básicos de puntería y cálculo de distancia, mientras que el equilibrio necesario para saltar sobre un pie fomenta la coordinación y el control corporal.
El parchís
El parchís, con orígenes que se remontan al juego indio Pachisi, se ha convertido en un clásico juego de mesa que trasciende culturas y generaciones. En nuestra adaptación para los más pequeños en Piquio, nos centramos en la estrategia y la convivencia como pilares fundamentales del juego.
Este juego de mesa no solo es una ventana al mundo de la estrategia y la toma de decisiones, sino que también es una oportunidad para que los niños experimenten tanto la suerte como la frustración de una forma controlada y educativa.
Mover las fichas por el tablero según lo dictado por los dados enseña a los niños la importancia de planificar sus movimientos y anticipar los de los demás, promoviendo habilidades de pensamiento crítico. Además, el juego en equipo fomenta la cooperación, la paciencia y el respeto por el turno del otro, habilidades sociales cruciales en el crecimiento personal.
El escondite
El escondite, un juego universal que ha sido parte de la infancia de innumerables generaciones, se convierte en una emocionante aventura de sigilo y observación en Piquio. Este juego, más que una simple distracción, es una herramienta poderosa para desarrollar la percepción espacial y las habilidades cognitivas.
Al buscar el mejor lugar para esconderse y al tratar de pasar desapercibido, los niños aprenden sobre el espacio, los límites y la relación entre su cuerpo y el entorno. La tensión emocionante de esperar ser encontrado y la alegría de encontrar a los demás no solo enriquecen la experiencia de juego, sino que también enseñan a los niños a manejar emociones como la anticipación, la paciencia y la sorpresa. La observación y la estrategia se vuelven fundamentales cuando se busca a los compañeros, fomentando un agudo sentido de la atención y el detalle.
En Piquio, creemos que los juegos tradicionales son mucho más que simples pasatiempos. Son herramientas valiosas que, adaptadas a las necesidades y capacidades de los más pequeños, promueven un aprendizaje integral y divertido, preparando a los niños no solo para la escuela, sino para la vida. Así que, ¡a jugar!